27.5.13

Nada, absolutamente en nada

Éramos jóvenes y éramos novios y nos queríamos, y el mundo no era nuestro pero pudo haberlo sido, sí, pudo haber sido nuestro completamente pero nos ganaron los miedos y las inseguridades y la misma juventud, porque era demasiada juventud. Caminamos sin rumbo por la calle hasta llegar a un lugar que aún visito en sueños, un jardín con bancas de piedra rodeado de casas y de silencio, como si nadie viviera en esas casas, o fueran de otro mundo, o nadie nunca saliera de ellas.

Hablamos de muchas o pocas cosas que ahora he olvidado sentados en una de esas bancas de piedra y luego nos levantamos y empezamos hablar de algo que nunca olvidaré. Él era la persona más espiritual que había conocido y yo no era más que un fantasma que hablaba de lo absurdo que era todo. Nos pusimos a hablar sobre Dios. Él no podía creer que yo no creyera en nada. No puede ser, me decía. En nada, respondía. Pero no puede ser. Absolutamente en nada. Sus ojos eran fuego y todo él era vida, sacaba chispas, era como si su corazón latiera al mismo tiempo que el corazón de los árboles y las estrellas. Yo era gris, indiferente. Estaba apagada. Estaba cansada. Estaba aburrida. Era un edificio en ruinas que miraba el hermoso paisaje que era él. Si la madre naturaleza tenía un hijo, era él. Sí, era él sin lugar a dudas. Todos los animales, todos los frutos, todos los ríos en un hombre. La tierra y el océano en un hombre.

Yo sabía que en el fondo no estaba siendo completamente sincera conmigo misma ni con él. Era una negación provocada por el enojo y la decepción, pero dentro de mí también había una cascada. Siempre había tenido una necesidad espiritual que me cuesta trabajo explicar y que no puedo llamar Dios. Esa es la diferencia. Pero siempre ha estado y estará ahí.

La eternidad es un instante que un hombre recuerda hasta su muerte. Hay momentos que nos marcan para siempre y podemos recordar con toda claridad. Yo recuerdo éste, con él mirándome con sus ojos siempre húmedos y muy abiertos:




 — ¿Entonces no crees en la magia del mundo?




 Me fallan las palabras para describir lo que esa pregunta me hizo sentir, para explicar cómo miles de puertas al mismo tiempo se abrieron dentro de mí. Nunca lo sabrá, nadie lo sabe salvo ustedes ahora, pero hay un antes y después en mí de ese momento. Dio en el clavo. Lo comprendí. Era todo. Desde entonces cuando alguien me pregunta por mis creencias respondo que no creo en nada, es cierto, no creo absolutamente en nada, salvo en la magia del mundo.

2 comentarios:

  1. ¿Cómo es que no hay comentarios en esta entrada? Es maravillosa

    ResponderEliminar
  2. Porque a veces mi desconocida Haydee, hay entradas tan geniales, que resulta una osadía tratar de encontrar un adjetivos a su nivel ;)
    Increíble leerte Pelo ;D

    ResponderEliminar