Hay un fenómeno muy curioso, aparentemente positivo, que consiste en olvidar las cosas malas y solo recordar las buenas.Creo que con los años se intensifica, o al menos eso me sucedió a mí. Es por eso que creemos madurar y quizá lo hacemos: dejamos de clavarnos con asuntos que no valen la pena, los rencores se esfuman, nos relajamos al fin. Suena muy bien, sin embargo, no hay que caer en la trampa de idealizar el pasado. Yo caí por por un momento. Fue una experiencia adormecedora que me embriagó más que el ajenjo. Afortunadamente logré escapar.
Las cosas no funcionaron o terminaron por una buena razón, y eso también hay que recordarlo.
Hay que recordar.
Cierto es. Uno tiende al ser tan engorrosamente categórico al mirar hacia atrás. La historia oficial y las certezas personales, después de todo, están nutridas por esa ingenuidad.
ResponderEliminarInundamos de flores el pasado como si tuviéramos una cita, y no como si visitáramos un panteón.
EliminarPienso lo mismo. Se madura cuando se superan las cosas malas, pero también las buenas. Tanto deberíamos aprender de los errores pasados como evitar vivir de lo bueno que ya pasó. No sé si me entiendes, hoy tengo la redacción torcida.
ResponderEliminarUn abrazo.
No podría haberlo dicho mejor. Eres genial. Me gusta mucho leerte. Otro abrazo.
EliminarAy Pelo...¡tú sí que eres genial! No dejes de escribir nunca ni de compartir al menos, un poquito de lo que ello :).
EliminarQuerida pelo:
ResponderEliminarHace mucho no te leía y siempre me alegra mucho.
¿Es cierto que si las cosas se acaban es por una buena razón? Es que a veces (y hasta seguro por esa misma nostalgia) me suena tan esotérico. A veces sólo pienso: de pronto no, de pronto fue una pésima razón. Seguro me equivoco pero todavía no se en qué.
Un abrazo
Hola, bella Lina.
EliminarTal vez no me ha pasado eso, o solo no me he dado cuenta. No olvidemos que es 'una reflexión ridícula'. Dejaré fluir las posibilidades.